BRECHA DIGITAL Y EXCLUSIÓN SOCIAL
Miguel Ruiz
Educador social. Arrats Elkartea
Si hay algo que ha puesto de manifiesto la actual pandemia que estamos viviendo, es que la falla entre las personas que realizan sus gestiones telemáticamente y las que no pueden hacerlos está cobrando proporciones cada vez más dramáticas.
Ya en los años 80, expertos informáticos avisaban de que la población en general tenía que tener unos mínimos conocimientos de informática, alertando que aquellas personas que no tuvieran esta base serían analfabetos funcionales, como quien no sabe leer y/o escribir. La sociedad es testigo de un crecimiento exponencial en el desarrollo de tecnologías informáticas, con el diseño de dispositivos (ordenadores, tablets, ipads, móiviles,…) y programas capaces de solucionarnos las gestiones del día a día que nos han revertido en un ahorro de tiempo y esfuerzo sin necesidad de citas presenciales, en distintos organismos públicos, bancos, desarrollo de las redes sociales, compras online,..). Incluso para determinados colectivos de edad, la frontera entre la vida real y la vida virtual se ha convertido en una delgada línea difícil de separar, lo que ha generado un mecanismo de adicción que ha obligado a Entidades especializadas en programas terapéuticos a poner en marcha programas relacionados con la dependencia telemática.
Pero en esta carrera de velocidad telemática, que nos ha abierto un abanico de posibilidades, hemos olvidado que existe una parte de la población que, por distintos factores, no saben o apenas pueden usar estas herramientas. En concreto, me refiero al tramo de edad a partir de 45 años. No es la edad; sencilla y llanamente muchas de estas personas han tenido estudios primarios, habiendo dejado la escuela siendo muy jóvenes, y por distintas trayectorias (vida laboral temprana, abandono del hogar familiar que les lleva a buscarse la vida como pueden, lo que repercute en muchos casos en caminos de consumos, delincuencia, exclusión…muchas de ellas leen y escriben su nombre con dificultad.
Cómo podemos esperar que puedan por ejemplo, inscribirse en webs de empleo, pedir una cita on line con la Seguridad Social,….?
Y esta disfuncionalidad, que afecta a una proporción de personas adultas que han tenido una trayectoria de exclusión, pero que al ser nacidos en el Estado Español al menos pueden comunicarse, se multiplica por XXXX en el caso de personas extranjeras (no aquellas que vienen con contrato laboral) que han venido en busca de una oportunidad para mejorar su vida, y solo cuentan con lo puesto, si bien es verdad que la brecha telemática es el menor de sus problemas.
Si hay algo que ha puesto de manifiesto la actual pandemia que estamos viviendo, es que la falla entre las personas que realizan sus gestiones telemáticamente y las que no pueden hacerlos está cobrando proporciones cada vez más dramáticas.
Dónde se queda la atención presencial y real a las personas? Que está pasando con un trato personal, en el que podamos exponer nuestros problemas, realizar gestiones y poder sentirnos al menos escuchados. Un ejemplo: Recientemente dos Bancos de gran peso a nivel estatal, han decidido un recorte de plantilla y cierre de oficinas, argumentando que los ciudadanos realizaban sus gestiones por internet, y que consecuentemente estaban manteniendo una plantilla que ya no es necesaria. No es cierto, no ha sido así, pero ese el resultado.
Si el sistema persigue el honorable objetivo de que las personas tengan las herramientas necesarias para hacer una vida autónoma, está haciendo aguas por distintos frentes. En este mundo globalizado, o abordamos de forma global el potenciar los recursos de las personas, o irremisiblemente derivaremos en un asistencialismo que solo produce más vulnerabilidad, dependencia y exclusión.