REFLEXIONES SOBRE LA SITUACIÓN DE LAS PERSONAS SIN HOGAR EN EL CONTEXTO DE LA DESESCALADA DEL COVID-19
Con el presente escrito pretendemos compartir una serie de ideas y consideraciones respecto a la atención a las personas en situación de exclusión social y residencial, en el contexto de la finalización del confinamiento.
En Donostia y en el resto del territorio de Gipuzkoa, las distintas administraciones junto a entidades sociales han habilitado medidas y plazas de alojamiento orientadas a posibilitar el cumplimiento de las medidas de confinamiento para las personas sin hogar. Esta situación nos ha permitido evidenciar el peso de la problemática y acceder a una cifra de personas sin hogar más real.
La situación de excepcionalidad, ha requerido a su vez de medidas excepcionales, donde hay que reconocer el esfuerzo y la colaboración entre las administraciones, las entidades sociales y las profesionales, que han respondido desde el más absoluto compromiso a la demanda de apoyo y refuerzo.
Las profesionales que hemos trabajado en los albergues y centros de día, hemos tratado de que las personas cumplan adecuadamente con las normas de confinamiento, se han trabajado procesos personales desde la empatía y la cercanía que nos ha permitido este caótico confinamiento, no siempre con el apoyo necesario en cuanto a estructuras, prevención y recursos personales. De hecho, hemos vivido una diferencia cualitativa entre los diferentes dispositivos:
- Los albergues, con habitaciones, ducha, baño, cocina, han sido espacios en los que la convivencia y la intervención se ha abordado con muchas más garantías.
- El Frontón Atano, en el que el espacio físico, el perfil de las personas que terminaban durmiendo en los alrededores, así como el malestar de muchos de los confinados, han provocado situaciones complejas y difíciles de gestionar.
Vídeo Resumen:
Pensamos que se debería de reflexionar sobre las consecuencias personales, profesionales y sociales que supone el plantear centros en unas condiciones u otras, ya que se ha evidenciado que con estructuras y dotaciones dignas mejora la calidad de la intervención y los procesos avanzan.
Durante este tiempo hemos activado procesos personales trabajando desde un modelo de atención psico-social donde la compresión, la empatía, la contención emocional y el diagnóstico de necesidades han sido el eje principal desde donde hemos desarrollado nuestra actividad. Hemos detectado situaciones personales y necesidades emocionales apremiantes y, en algunos casos, muy graves que, indudablemente, determinan el devenir de las personas y su capacidad de desarrollo personal en términos de bienestar.
No podemos olvidarnos aquí que el fenómeno del sinhogarismo responde a una problemática multicausal en la que muchas de estas personas arrastran heridas muy profundas producto de experiencias traumáticas muy diversas: familias de origen desestructuradas, procesos migratorios dolorosos, problemas de salud mental… y con consecuencias muy graves como adicciones, ludopatías, cárcel, trastornos psicológicos, problemas laborales y de inserción, etc.
Pero y ahora que se termina la desescalada y volvemos a la “nueva normalidad”,
¿Qué va a suceder con las personas sin hogar?
¿Qué respuesta les vamos a dar como sociedad?
¿Seguiremos dejando atrás a los de siempre?
Estas preguntas y otras parecidas han sido las dudas y temores que hemos vivido tanto las personas alojadas como las trabajadoras de albergues y centro de día. En los últimos días hemos vivido incertidumbres, noches de insomnio, aumento de medicación, y mucha tensión. También numerosas reuniones tanto de entidades como con instituciones, en las que tratábamos de dar una respuesta correcta a estas dudas.
Desde el compromiso de las entidades sociales y de las tres instituciones implicadas (Ayuntamiento de Donostia, Diputación Foral de Gipuzkoa, Políticas Sociales del Gobierno Vasco) entendemos que la respuesta debería de ser acorde al trabajo que se ha realizado con las personas alojadas en los albergues en estos tres meses y cerrar el círculo de una forma gradual en la que nadie, o el menor número de personas se quede sin una atención (habitación, piso, centro, comida, etc.). Entendemos que aunque la crisis ha creado mucho sufrimiento, también hemos sabido aprovechar el momento para poder trabajar procesos.
Se han iniciado itinerarios de inserción con muchas personas, que al tener cubiertas otras necesidades han podido ahondar en problemáticas más complejas, aprovechando así el dinero y el esfuerzo invertido.
Es de agradecer el trabajo realizado ofreciendo alternativas a la mayor parte de las personas acogidas en los albergues, aunque prevemos que alguna persona va a quedar sin alternativa. Pero por otro lado también es real que todavía queda un gran número de personas en situación de calle o sin hogarismo (calculamos que unas 120). Algunas de estas personas no pudieron o no quisieron alojarse en los albergues, o fueron expulsadas, se encuentran en edificios ocupados, etc. Es verdad que están siendo atendidas desde el centro de día y otras entidades. Pero todas estas personas no están contempladas en las estrategias de realojamiento que se están planteando.
A este número habría que sumarle un número menor, pero no por ello menos importante de personas que pudiendo salir de prisión, siguen dentro por carecer de plazas de inserción. Hablamos de 20 a 25 personas.
Desde Arrats creemos que estos momentos de crisis socio sanitaria, aunque duros, también han sido y son una oportunidad para ver la realidad que tenemos y enfrentarla con inversiones de cara a futuro. Hemos demostrado que, si hay predisposición y ganas, es posible.
Se abrieron alrededor de 12 albergues en pocos días y el hecho de plantear una desescalada gradual y trabajando procesos con personas, nos ha sorprendido gratamente. Por ello, apelamos a la responsabilidad, proponiendo que conjuntamente administración y entidades sociales trabajen en la búsqueda de soluciones que impulsen iniciativas de apoyo a las personas que siguen en situación de sin hogarismo.
Debemos de incorporar a este debate a las otras administraciones que integran el sistema de protección social: Salud, Empleo y Garantía de ingresos, y en particular, Vivienda. En este sentido apelamos a la colaboración y a la unidad de administraciones de cara a poner cuanto antes en marcha y convocar un grupo de trabajo dentro de la estrategia vasca para personas sin hogar 2018-2021.
Por último, apelamos a la colaboración entre las administraciones públicas y las entidades sociales al objeto de buscar alternativas a un horizonte lleno de incertidumbres, con el objetivo compartido de dar una respuesta conjunta a la situación de las personas sin hogar.